Gabriel García Márquez
Gabriel
José de la Concordia García Márquez, mejor conocido como Gabriel García
Márquez es un escritor, novelista,cuentista, guionista y periodista colombiano. En 1982 recibió el Premio Nobel de Literatura.
Hijo de
Gabriel Eligio García y de Luisa Santiaga Márquez Iguarán, Gabriel García
Márquez nació en Aracataca, en el departamento del Magdalena, Colombia, el
domingo 6 de
marzo de 1927.
Gabriel
García Márquez está relacionado de manera inherente con el realismo mágico y su
obra más conocida, la novela Cien años de soledad, es considerada una de las más
representativas de este género literario e incluso se considera que por su
éxito es que tal término se aplica a la literatura desde los años setenta.En
2007, la Real Academia Españolay la Asociación de Academias de la
Lengua Española lanzaron una edición popular conmemorativa de esta novela, por
considerarla parte de los grandes clásicos hispánicos de todos los tiempos.
García
Márquez cursó los primeros grados de secundaria en el colegio jesuita San
José (hoy Instituto San José) desde 1940, en donde publicó sus primeros poemas
en la revista escolar Juventud. Luego, gracias a una beca otorgada por el
Gobierno, Gabriel fue enviado a estudiar a Bogotá de donde lo reubican en el
Liceo Nacional de Zipaquirá, población ubicada a una hora de la capital, donde
culminará sus estudios secundarios.
Después de
su graduación en 1947, García
Márquez se fue a Bogotá a
estudiar derecho en
la Universidad Nacional de Colombia, donde
tuvo especial dedicación a la lectura. La metamorfosis de Franz Kafkaen la
falsa traducción deJorge Luis Borgesfue una
obra que le inspiró especialmente. Estaba emocionado con la idea de escribir,
no literatura tradicional sino en un estilo similar a las historias de su
abuela, en las que se «insertan acontecimientos extraordinarios y anomalías
como si fueran simplemente un aspecto de la vida cotidiana». Su deseo de ser
escritor crecía. Poco después, publicó su primer cuento, La tercera
resignación, que apareció en el 13 de septiembre de 1947en la edición del diario El Espectador.
Aunque su
pasión era la escritura, continuó con la carrera de derecho en 1948 para complacer a su padre. Después del
llamado «Bogotazo» en 1948, unos sangrientos disturbios que se desataron
el 9 de
abril a causa del magnicidiodel
líder popular Jorge Eliécer Gaitán, la universidad cerró indefinidamente
y su pensión fue incendiada. García Márquez se trasladó a la Universidad de Cartagena y empezó a trabajar como
reportero de El Universal. En 1950, desiste de convertirse en abogado para
centrarse en el periodismo y se traslada de nuevo a Barranquilla para
trabajar como columnista y reportero en el periódico El Heraldo. Aunque García Márquez nunca terminó
sus estudios superiores, algunas universidades, como la Universidad de Columbia de Nueva York, le han
otorgado un doctorado honoris causa en letras.
Contexto histórico, social y cultural
No tiene
una fecha especifica pero se encuentra ambientado en un aldea llamada Maceando
que se encuentra en Aracataca que es una ciudad de Colombia, el libro no tiene
fechas pero por la descripción trata de un lugar resagado como de tercer mundo,
después de la independencia de Colombia, pues había acceso de exterior de
extranjeros a través del mar, pero los aldeanos no tenían posibilidades de
salir no tener acceso a la información por lo cual no tenina acceso al
conocimiento de distintas culturas.
Colombia
en una época muy convulsionada por las guerras internas y la gran influencia de
los Estados Unidos en las políticas gubernamentales. Eso se ve reflejado en la
masacres de los trabajadores de la compañía bananera por orden del gobierno a solicitud
de los directivos de esa compañía.
Fragmento Literario
Cien años de soledad
Muchos
años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía
había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el
hielo.
Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarías con el dedo. Todos los años, por el mes de marzo, una familia de gitanos desarrapados plantaba su carpa cerca de la aldea, y con un grande alboroto de pitos y timbales daban a conocer los nuevos inventos.
Primero llevaron el imán. Un gitano corpulento, de barba montaraz y manos de gorrión, que se presentó con el nombre de Melquiades, hizo una truculenta demostración pública de lo que él mismo llamaba la octava maravilla de los sabios alquimistas de Macedonia. Fue de casa en casa arrastrando dos lingotes metálicos, y todo el mundo se espantó al ver que los calderos, las pailas, las tenazas y los anafes se caían de su sitio, y las maderas crujían por la desesperación de los clavos y los tornillos tratando de desenclavarse, y aun los objetos perdidos desde hacía mucho tiempo aparecían por donde más se les había buscado, y se arrastraban en desbandada turbulenta detrás de los fierros mágicos de Melquíades. «Las cosas, tienen vida propia -pregonaba el gitano con áspero acento-, todo es cuestión de despertarles el ánima.»
José Arcadio Buendía, cuya desaforada imaginación iba siempre más lejos que el ingenio de la naturaleza, y aun más allá del milagro y la magia, pensó que era posible servirse de aquella invención inútil para desentrañar el oro de la tierra. Melquíades, que era un hombre honrado, le previno: «Para eso no sirve.» Pero José Arcadio Buendía no creía en aquel tiempo en la honradez de los gitanos, así que cambió su mulo y una partida de chivos por los dos lingotes imantados.
Úrsula Iguarán, su mujer, que contaba con aquellos animales para ensanchar el desmedrado patrimonio doméstico, no consiguió disuadirlo. «Muy pronto ha de sobrarnos oro para empedrar la casa», replicó su marido…
Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarías con el dedo. Todos los años, por el mes de marzo, una familia de gitanos desarrapados plantaba su carpa cerca de la aldea, y con un grande alboroto de pitos y timbales daban a conocer los nuevos inventos.
Primero llevaron el imán. Un gitano corpulento, de barba montaraz y manos de gorrión, que se presentó con el nombre de Melquiades, hizo una truculenta demostración pública de lo que él mismo llamaba la octava maravilla de los sabios alquimistas de Macedonia. Fue de casa en casa arrastrando dos lingotes metálicos, y todo el mundo se espantó al ver que los calderos, las pailas, las tenazas y los anafes se caían de su sitio, y las maderas crujían por la desesperación de los clavos y los tornillos tratando de desenclavarse, y aun los objetos perdidos desde hacía mucho tiempo aparecían por donde más se les había buscado, y se arrastraban en desbandada turbulenta detrás de los fierros mágicos de Melquíades. «Las cosas, tienen vida propia -pregonaba el gitano con áspero acento-, todo es cuestión de despertarles el ánima.»
José Arcadio Buendía, cuya desaforada imaginación iba siempre más lejos que el ingenio de la naturaleza, y aun más allá del milagro y la magia, pensó que era posible servirse de aquella invención inútil para desentrañar el oro de la tierra. Melquíades, que era un hombre honrado, le previno: «Para eso no sirve.» Pero José Arcadio Buendía no creía en aquel tiempo en la honradez de los gitanos, así que cambió su mulo y una partida de chivos por los dos lingotes imantados.
Úrsula Iguarán, su mujer, que contaba con aquellos animales para ensanchar el desmedrado patrimonio doméstico, no consiguió disuadirlo. «Muy pronto ha de sobrarnos oro para empedrar la casa», replicó su marido…
Comentario
En este párrafo
se contextualiza a las personas de esta peculiar zona y su forma de ser, se las
describe como en el caso de José Arcadio Buendía que era una persona de gran
imaginación, también se describe como era la aldea, sus cualidades y cosas
únicas.
Se describe una
reunión de sabios alquimistas Macedonios que arrastraban los lingotes
metálicos, describiendo la sorpresa que tuvieron los aldeanos escuchando el
revuelo que causaban los clavos y tornillos tratando de desenclavarse. (RENE
GOMEZ)
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